Cinco años después del referéndum del Brexit, Reino Unido sigue dividido y trastornado
Cinco años después de la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea, las heridas abiertas por el Brexit aún no han cicatrizado y sus profundos cambios no han hecho más que empezar.
Por Jitendra Joshi (*)
Con el 52% de los británicos a favor del Brexit y el 48% de permanecer en el bloque europeo, el resultado del referéndum del 23 de junio de 2016 causó una onda expansiva, tanto dentro del país como con sus aliados en Europa y fuera de ella.
Tras varios aplazamientos y más de tres años de psicodrama político, el Reino Unido soltó finalmente amarras el 1 de febrero de 2020, dando la espalda a casi cinco décadas de integración.
El 1 de enero, tras un periodo de transición y un acuerdo comercial duramente negociado, se produjo la salida definitiva de la unión aduanera y el mercado único europeos.
Desde principios de año, el comercio entre los antiguos socios ha caído en picado. Y el Reino Unido aún no disfruta de los beneficios de un país “independiente” con un prestigio revigorizado en la escena internacional, como prometió el primer ministro conservador Boris Johnson, gran defensor del Brexit.
En el quinto aniversario de la votación, el jefe del gobierno destacó los avances que, según él, han sido posibles gracias a “la trascendental decisión” de abandonar la UE: endurecimiento de la inmigración, éxito de la campaña de vacunación contra el covid-19, nuevos acuerdos comerciales…
“Ahora que nos estamos recuperando de la pandemia, aprovecharemos todo el potencial de nuestra nueva soberanía”, dijo.
La salida de la UE ha socavado aún más la unidad del país y los eurófilos independentistas que gobiernan en Escocia lo ven como una nueva oportunidad para la independencia como medio para volver a unirse al bloque.
Por primera vez en generaciones, los británicos ya no tienen libre acceso al continente, y viceversa.
Y el fin de la libre circulación de personas se notará sobre todo cuando se levanten las restricciones a los viajes internacionales debido a la pandemia.
Aunque el divorcio ya se ha aplicado en su totalidad, los británicos aún se preguntan por sus efectos.
Señal de división, una encuesta publicada el miércoles por el instituto Savanta ComRes estima que el 51% de los británicos optaría por permanecer en la UE si la votación se celebrara ahora y el 49% por salir.
“El impacto del Brexit aún no se está sintiendo porque estábamos demasiado acaparados, como el resto del mundo, con el covid-19”, dijo a la AFP Diane Willis, una profesora universitaria en las calles de Edimburgo, la capital escocesa.
“Creo que el diablo está en los detalles, y los detalles aún no aparecen”, añadió.
En Boston, una ciudad pro-Brexit en el noreste de Inglaterra, Stephen Clark, un músico de más de sesenta años, cree que “pase lo que pase, bueno o malo”, es “mejor tener nuestro destino en nuestras manos”.
Conexiones políticas
Sin embargo el Brexit no significa que se hayan roto todos los lazos entre los antiguos socios.
En el Reino Unido, unos 5,4 millones de ciudadanos de la UE han solicitado permanecer como residentes y mantener los mismos derechos de trabajo y acceso a la seguridad social. Una cifra muy superior a los 3,4 millones previstos por el gobierno británico.
Se trata de un cambio demográfico “masivo”, según Jonathan Portes, profesor de economía del King’s College de Londres, con “consecuencias sociales, culturales y políticas a largo plazo, mucho, mucho tiempo después del Brexit y del fin de la libre circulación de personas”.
Bruselas y Londres tendrán que profundizar en sus conexiones políticas, según un experto, incluso si su relación está envenenada por la aplicación de la parte del acuerdo del Brexit que incluye disposiciones aduaneras especiales que mantienen a Irlanda del Norte de facto en la unión aduanera europea.
Los unionistas norirlandeses, apegados a la corona británica, se sienten traicionados por el texto, justificado por la necesidad de preservar la paz en la provincia británica después de tres décadas de sangrientos enfrentamientos y de evitar una nueva frontera física con la vecina República de Irlanda, miembro de la UE.
“Vamos a tener que sentarnos con los Estados miembros y empezar a pensar en cómo podemos trabajar juntos de forma más amplia, no en el contexto del comercio, sino para hacer que nuestra relación política funcione”, subraya Anand Menon, director del centro de reflexión UK in a Changing Europe. (AFP)